Los Smart Contracts pueden definirse como una serie de protocolos informáticos o conjunto de reglas programadas que permiten ejecutar una acción previamente establecida. A pesar de su denominación, los Smart Contracts no tienen per se una naturaleza contractual. Sin embargo, es un soporte idóneo para perfeccionar y ejecutar contratos de forma automática.

Estos protocolos informáticos permiten, a través de la tecnología blockchain, verificar los elementos esenciales de un contrato para así ejecutarlos sin necesidad de intervención humana. En este sentido, este mecanismo permite confirmar las condiciones de la relación jurídica como la identificación de las partes, la comprobación del objeto o la viabilidad del cumplimiento de las obligaciones.

La clave de esta tecnología, necesariamente ligada a los sistemas blockchain, reside en una base de datos que registra información de manera descentralizada, es decir, distributed ledger. Esta descentralización obliga a que la información que se introduce o se modifica en el registro sea comprobada por varios “usuarios verificados” llamados nodos. Estas fuentes contienen información homogénea, y cada alteración de este registro debe ser autorizada por todos ellos. La verificación colectiva necesaria para modificar el contenido del registro aumenta considerablemente la seguridad del sistema. Además, al no estar centralizado, el contenido es difícilmente manipulable.

Otra característica que destacar de los smart contracts como forma de ejecución de relaciones contractuales es su redacción en dos lenguajes. El primero es el llamado “lenguaje humano”, es decir, la forma habitual de comunicación entre individuos. Mediante esta forma lingüística se recogen las condiciones de la relación contractual entre las partes implicadas. Con otras palabras, la constitución del contrato es la tradicional. Sin embargo, lleva consigo una necesaria traducción al lenguaje de programación para que el dispositivo pueda identificar y ejecutar el contenido del contrato.

Ante esta diferencia del lenguaje nos encontramos ante un posible riesgo que, a pesar de tener fácil solución, es importante tenerlo en cuenta. Si el contenido del contrato tradicional (en “lenguaje humano”) que contiene las condiciones de la relación no es exactamente igual al contenido del contrato programado, podrán existir incumplimiento en el contrato o discrepancias entre lo pactado y lo ejecutado.

Una vez explicado qué son los Smart Contracts y su naturaleza y efectos, es interesante analizar la tecnología que sirve de soporte a estos contratos: Blockchain. Antes de nada, el Blockchain es una herramienta que facilita la obtención de datos inmediatos almacenados en un “libro” que permanece inalterable, y al que únicamente los usuarios autorizados pueden acceder. Es decir, es un registro abierto de transacciones desvinculado de las autoridades públicas, sería, a grosso modo, como el libro de contabilidad de una empresa, pero mucho más difícil de modificar.

Uno de los sectores que potencialmente puede maximizar los beneficios de los Smart Contracts, es el sector financiero. Mediante la eliminación de intermediarios, se pueden acelerar las transacciones, además, gracias a la gestión descentralizada de Blockchain se aumenta también la transparencia, reduciendo riesgos de fraude.

Su utilidad no se restringe estrictamente al sector financiero, podríamos poner infinitos ejemplos sobre su aplicación. Los Smart Contracts empiezan ya a cambiar la forma en la que nos relacionamos con, por ejemplo, las aseguradoras. Con el objetivo de simplificar procesos internos, las aseguradoras deciden utilizar este tipo de tecnología para conseguir una ejecución automática de las diferentes operaciones, de manera que la verificación de información se hace más simple por parte de las aseguradoras, y los usuarios podrían ahorrarse trámites burocráticos.

Entre los múltiples beneficios que arrojan los Smart Contracts, podemos destacar dos principales: la seguridad y la reducción de costos.

  • Seguridad: estos contratos se basan en una cadena de bloques que permanecen de manera inmutable, no se pueden hacer desaparecer y no se pueden cambiar, por tanto, la manipulación de esta información es casi imposible.
  • Se reducen los costos al eliminar intermediarios.

No olvidemos que, además, existen otras ventajas como pueden ser la autonomía, la fiabilidad y precisión, la velocidad y la reducción de errores humanos al automatizar las tareas.

A pesar de las grandes ventajas que presenta este concepto, debemos tener en cuenta que es una tecnología todavía joven y, aunque promete ser el futuro de las transacciones, hoy se encuentra en una fase de desarrollo con mucho potencial por explotar. Una de las limitaciones que nos presentan los Smart Contracts es que no todos los tipos de contratos que el ordenamiento jurídico contiene pueden ser procesados y ejecutados por estos protocolos. La razón es simple, el lenguaje codificado es preciso, exacto y restringido y se basa en instrucciones condicionales por lo que solo las obligaciones que encajen en esta estructura podrán ser acogidas por los Smart Contracts.

Aun así, los avances en programación facilitarán el acceso a otros contratos, por lo que la instauración y familiaridad de esta tecnología en el tráfico jurídico se presenta próxima y beneficiosa.

 

 

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